Todo es cuestión de valores. Especialmente en nuestro camino saludable que es la vida.
¿Cuáles son tus valores?
Si no te lo has preguntado nunca, este puede ser un buen momento. Y aprovechamos que se ha encendido la bombilla de la reflexión para lanzar más preguntas: ¿cómo afectan estos valores en tu salud? ¿has priorizado la importancia relativa que tienen estos valores en tu vida? ¿y en tu salud?
Introducción
Podemos decir que los valores son esos conceptos e ideas con los que nos identificamos, y con los que nos gustaría que nos identificara la gente. Aquellas virtudes que rigen nuestro pensamiento y nuestra conducta. El amor, la familia, el respeto, la solidaridad, la salud, la empatía, la justicia, el éxito en el trabajo…
Los valores por lo tanto, van a afectar a nuestra conducta, a nuestro día a día, a nuestro pensamiento y a nuestra forma de afrontar la vida y los conflictos. Son por lo tanto, el trasfondo de muchos de los condicionantes de salud que afloran como la punta de un iceberg (el sedentarismo, comer saludablemente, fumar…) y tras los cuales se esconden diversos valores. Identificarlos y organizarlos para otorgarles la importancia que merecen, es un ejercicio filosófico saludable que nos puede ayudar a tomar las decisiones adecuadas, y reestructurar nuestros valores, actualizarlos, para que nos faciliten la consecución de nuestros propósitos actuales. Como gozar de un pleno estado de salud.
¿Cómo afectan nuestros valores a nuestra salud?
Depende ya que cada caso será diferente. Si queremos cuidarnos, la salud propiamente deberá ser uno de los valores que aparezcan al principio de nuestra lista de valores. Si no es así, en las encrucijadas de la vida optaremos por el trabajo, el estatus social o cualquier otro valor que predomine sobre la salud en nuestra escala de valores. Por lo que un primer paso es reflexionar sobre el valor que le aportamos a nuestra salud y al resto de valores saludables, tales como realizar ejercicio, descansar adecuadamente, comer sano, evitar hábitos tóxicos o mantener unas buenas y enriquecedoras relaciones con los demás. Un segundo paso sería reestructurar nuestras preferencias si es que lo consideramos oportuno.
El trabajo
Uno de los riesgos de supeditar el trabajo a otros valores más importantes, es que puede generarnos estrés y graves conflictos existenciales, especialmente si el trabajo que tenemos no nos realiza y se limita a ofrecernos dinero a cambio de nuestro valioso tiempo. Además, suele conllevar también descuidar a la familia, los amigos y otras relaciones sociales que son fundamentales en la vida; y no solamente son fuente de salud y satisfacción, sino que nos llenan de esa necesidad sociológica que tenemos todos los seres humanos de relacionarnos.
Está bien que valoremos nuestro trabajo y lo tengamos en cuenta, pero hay que saber cuándo le estamos atribuyendo demasiadas atenciones y descuidando otros propósitos y metas en esta vida.
La amistad
Es un buen valor y suele reportarnos grandes alegrías. Rodearnos de amigos y cuidarlos es una de las mayores satisfacciones que nos ofrece la vida.
La familia
Es el primer núcleo de socialización, con la familia aprendemos a relacionarnos y son un claro ejemplo (tanto para bien como para mal) de valores y conductas que vamos a adquirir por imitación, por tradición, o porque están grabados a fuego en nuestra memoria y no nos imaginamos otra forma de actuar o enfrentarnos ante el mundo. Por lo que tener unos buenos referentes familiares es un determinante de salud. Otro también muy importante es desarrollar el pensamiento crítico, que como muchas cosas de la educación, comienza en casa y continúa en la escuela.
El pensamiento crítico
Pensar de manera autónoma y crítica, sin fagocitar los hechos conforme nos los presentan, es otro determinante clave para poder gozar de un buen estado de salud, para gozar de la independencia de pensar por nosotros mismos, para escoger y decidir libremente y en base a juicios elaborados y basados en la experiencia o hechos reales. Basados en la ciencia. Otros valores ligados a este son la autonomía y la independencia, los cuales son deseables que aparezcan también en mayor o menor medida.
El respeto
Es un valor fundamental, la base de numerosas corrientes éticas (junto con el principio de no hacer daño) y que por lo tanto es deseable que forme parte de nuestros valores, y que rija nuestra conducta.
La empatía, la justicia, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la igualdad de oportunidades, el goce y el disfrute… todos estos valores también son deseables y seguro que aparecen por algún lado en tu lista de valores, pero tan importante o más que estos valores es poder desarrollarlos y actuar en consecuencia.
Desarrollar nuestros valores
Poder implementar al máximo nuestros valores, verlos satisfechos y atender cómo logramos nuestras metas y propósitos en la vida, es una gran fuente de satisfacción que va a afectar positivamente a nuestra salud. No todo el mundo tiene la posibilidad, o la suerte de poder desarrollar sus valores, por lo que desarrollar las habilidades de inteligencia emocional para adaptarnos a cada situación, también va a ser un condicionante de salud, una característica que emana de la autonomía personal y de poseer el pensamiento crítico al que antes aludíamos.
La inteligencia emocional
Discernir entre la decisión correcta y otras no tan acertadas, no siempre es fácil. Pero si poseemos una buena inteligencia emocional será más fácil acertar en la decisión adecuada, o al menos, decantarnos por aquella que está más alineada con nuestros valores. De los errores también se aprende, y ofrecen un aprendizaje significativo, intrínsecamente valioso. Suele ser más provechoso aprender para no volver a repetirlos, que ofuscarnos y lamentarnos en la derrota.
Los profesionales de la Salud
Un dietista nutricionista, una psicóloga, o un entrenador personal, por citar a los tres profesionales que integramos Free Your GOAT, deben saber identificar los valores de las personas con las que trabajan para proponerles situaciones, pautas y recomendaciones alineadas con sus valores por varios motivos.
El primero, es que mejora las posibilidades de éxito al aumentar la adherencia a dichos consejos o recomendaciones (recordemos que el profesional debe recomendar, nunca imponer nada). El segundo, es que es más probable que pueda integrar esas pautas en su estilo de vida, y pueda por lo tanto, mejorar sus hábitos así como su salud. En tercer lugar, porque si la propuesta va encaminada con la forma de pensar, con los valores de nuestros GOATletas, sentirán esa recomendación como si fuera propia, como si hubiera surgido de ellos, y asegura enormemente la consecución de nuestros objetivos de salud.
Por lo tanto, si acudimos a un profesional, nunca está de más recordarle cuáles son nuestros valores, y qué es realmente importante para nosotros. ¿Os imagináis que viene un vegano sensibilizado con el cambio climático a consulta y le planifico un chuletón al punto en su dieta?. Se puede extrapolar este ejemplo a cualquier otro valor que se os ocurra.
Si queremos gozar de buen estado de salud, nuestros actos deben ir alineados con nuestros valores, y nuestros valores a su vez, deben ser buenos y deseables.
Conclusiones
Todo es cuestión de valores. Y quién discrepe, seguramente necesite reflexión, pensamiento crítico, o poner un poco de filosofía en su vida.