Desde hace unos meses, es polémico y controvertido el tema del consumo de carne y alimentos de origen animal para la salud. Pese a que el debate en el seno de la comunidad científica, hace años, por no decir al menos una década, que lo tenemos bastante claro.

A estos asuntos de salud, se han sumado al debate los que atañen al cambio climático y al aumento de las emisiones de efecto invernadero, pues la industria cárnica y ganadera es una fuente considerable de emisiones de efecto invernadero.

¿Es saludable el consumo de carne y alimentos de origen animal?

Valgan como preámbulo introductorio los libros “Más vegetales, menos animales” de Julio Basulto y “Vegetarianos con ciencia” de Lucía Martínez, en el que se abordan estos temas en profundidad. Pero en resumidas cuentas, podemos hacernos una idea, aunque no podemos meter todo en el mismo saco y tenemos que diferenciar a qué tipo de alimentos nos referimos cuando hablamos de alimentos de origen animal y carnes.

Carnes frescas de aves y mamíferos

Pese a que en lo referente a este tipo de carnes hay algo de controversia, en algunos estudios se ha relacionado el aumento del consumo de carnes, especialmente las carnes rojas con el aumento de la incidencia de algunos tipos de cáncer, como el colorrectal, como también indicamos en el libro “Hábitos saludables”.

Para las carnes blancas parece haber menos evidencias de que sean insanas, pero aun así, se recomienda consumirlas con moderación; entre otras razones, porque aumentar sobremanera el consumo de carne, excluiría de la dieta otros alimentos que sí que sabemos que aportan beneficios para la salud como son las frutas y las verduras, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos, o los aceites saludables como nuestro típico y mediterráneo aceite de oliva.

Y esto sin entrar el en conflicto ambiental que supone mantener nuestro actual consumo de carne, que se estima que está detrás del 15% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero.

Embutidos, hamburguesas y carnes procesadas

Este tipo de comida sí que es perjudicial para la salud y hay numerosas evidencias que lo corroboran, como los artículos que incluyen los tres libros que hemos citado hasta ahora.

consumo de carne

Las carnes procesadas están detrás de numerosas enfermedades como el cáncer, el sobrepeso, la hipertensión arterial, y otras enfermedades cardiovasculares, por lo que la recomendación es clara, es cristalina y no hay conflicto dentro de la comunidad científica en el área de Ciencias de la Salud: debemos reducir al máximo este tipo de alimentos. Cada cual que escoja el argumento o los motivos que prefiera (medioambiental, animalista, de salud, o para dar ejemplo a mis hijos), pero debemos reducir considerablemente (incluso eliminar) este tipo de carnes procesadas de nuestra dieta.

Pescados

El consumo de pescado es compatible con un estilo de vida saludable. Lo que no es compatible con seguir consumiendo pescado en un futuro, es el ritmo actual al que lo consumimos, pues la sobrepesca está esquilmando los principales bancos de pescado del mundo, y de seguir así, en un futuro estos alimentos solamente estarán disponibles para los afortunados que los encuentren.

Por lo tanto, y aunque también hay algunas consideraciones sobre seguridad alimentaria para este tipo de alimentos, como las que rondan al contenido de metales pesados en grandes peces como el atún rojo o el pez espada, o el incipiente contenido de microplásticos que estamos encontrando entre sus vísceras provocadas por nuestro irracional consumo y nuestro despreocupado comportamiento; en general podemos sostener que los principales motivos para recomendar reducir el consumo de pescado es sencilla y llanamente, un criterio de sostenibilidad para el futuro.

Evidentemente, sumado al motivo ético de reducir el sufrimiento animal que comparten todos los veganos. Por lo tanto, no consideramos moral (recordamos que la ética nos dice qué es lo que está bien, y la moral rige las aplicaciones prácticas de la ética), establecer unas recomendaciones de consumo de alimentos de origen animal, dadas las implicaciones éticas que conllevan para cada persona.

Huevos, leche y derivados lácteos

Derivado del argumento anterior, con este tipo de alimentos de origen animal no deberíamos establecer recomendaciones de consumo (por criterios éticos).

Por criterios de salud, aunque en general no hay evidencias de que sean perjudiciales (excepto lácteos azucarados, o quesos grasos y mantequillas que pueden influir negativamente), se suele recomendar consumirlos con moderación, pues no deben formar la base de la dieta. Asimismo, guías alimentarias como la propuesta por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH), proponen 1 ó 2 raciones de lácteos al día como máximo, y justifican también que no hay evidencias científicas sólidas como para recomendar un consumo tan elevado de lácteos –como por intrusismo de la industria láctea hemos recomendado en España durante años–, y lo mismo podemos decir del consumo de huevo, una buena recomendación es consumir lo que nos salga de nuestra voluntad (procurando ser sensatos).

Conclusión

Los criterios para recomendar el consumo de alimentos de origen animal no suelen ser criterios de salud, sino criterios económicos de las empresas que los comercializan. De hecho, los tentáculos de la publicidad, y el arraigo social que tiene el consumo de este tipo de alimentos en España, dificulta conseguir los objetivos propuestos en el Plan estratégico del Gobierno de España 2050. Como reza el documento “cumplir con los compromisos climáticos requiere de cambios drásticos en el consumo y el sistema de producción de alimentos, una de las principales fuentes de emisiones a nivel global y que, hasta la fecha, ha recibido poca atención” y “Al mismo tiempo, deberán impulsarse la lucha contra la deforestación relacionada con la producción agrícola” cuando sabemos que más del 70% del suelo agrícola se destina a la producción ganadera.

En definitiva, por salud, debemos planificar nuestra alimentación en base a alimentos vegetales, y por ecología y por dejarle un planeta habitable a nuestra nieta, debemos reducir el consumo de carne y alimentos de origen animal.